En vísperas del septuagésimo séptimo período de sesiones de la Asamblea Mundial de la Salud, expertos globales se reúnen para discutir el futuro de la inteligencia artificial (IA) en el sector salud. El debate se centra en cómo aprovechar las oportunidades que ofrece la IA, al tiempo que se abordan los riesgos relacionados con la privacidad y los derechos humanos, estableciendo las bases para una nueva era de datos de salud.
En un mundo cada vez más digitalizado, la intersección entre la inteligencia artificial (IA) y la salud global se ha convertido en un punto focal de discusión. La IA promete revolucionar desde la vigilancia epidemiológica hasta la atención personalizada del paciente, pasando por el desarrollo de fármacos y la administración de sistemas de salud. Sin embargo, este potencial transformador viene acompañado de desafíos significativos, especialmente en lo que respecta a la gobernanza de datos y la protección de información sensible.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha tomado la iniciativa al convocar una mesa redonda estratégica durante la septuagésima séptima Asamblea Mundial de la Salud. Este evento, programado para el 30 de mayo de 2024, reúne a líderes globales, expertos en tecnología y profesionales de la salud para debatir cómo la IA puede fortalecer los sistemas de salud de manera equitativa y ética.
La IA en salud no se trata solo de avances tecnológicos; se trata de mejorar vidas. Tiene el potencial de abordar desafíos críticos como la escasez de personal sanitario y el acceso desigual a los servicios, especialmente en regiones de bajos recursos. Además, la IA puede reducir costos operativos, permitiendo a los sistemas de salud hacer más con menos. Sin embargo, el éxito de estas iniciativas depende en gran medida de cómo se manejen los datos.
Los datos de salud son inherentemente personales y sensibles. Contienen información sobre nuestras vulnerabilidades más íntimas, desde condiciones genéticas hasta historiales de salud mental. En la era de la IA, estos datos se convierten en el combustible que impulsa algoritmos y modelos predictivos. Por lo tanto, la protección de estos datos no es solo una cuestión de privacidad, sino de derechos humanos fundamentales.
La gobernanza de datos en este contexto implica más que simplemente proteger contra violaciones de datos. Se trata de asegurar que los datos se recopilen, almacenen y utilicen de manera ética, transparente y equitativa. Esto significa establecer marcos regulatorios que protejan a los individuos sin obstaculizar la innovación, y políticas que garanticen que los beneficios de la IA en salud lleguen a todos, no solo a quienes pueden pagarlos.
La OMS está liderando el camino con iniciativas como la posible renovación de la Estrategia Mundial sobre Salud Digital e IA (2026-2030) y la Iniciativa Mundial sobre IA para la Salud (GI-AI4H). Estas plataformas buscan establecer estándares globales, proporcionar orientación técnica y facilitar el consenso entre los países miembros.
Sin embargo, la gobernanza efectiva de la IA en salud requiere la participación de múltiples partes interesadas. Gobiernos, empresas tecnológicas, profesionales de la salud, investigadores y grupos de la sociedad civil deben colaborar. Se necesita una movilización de recursos para apoyar a los países en desarrollo a medida que integran la IA en sus sistemas de salud, asegurando que la brecha digital no se convierta en una brecha de salud.
A medida que avanzamos hacia un futuro donde la IA es omnipresente en la atención médica, debemos recordar que la tecnología es una herramienta, no un fin en sí misma. El verdadero éxito se medirá no solo por la sofisticación de nuestros algoritmos, sino por cómo estos mejoran la salud y el bienestar de todos, especialmente de los más vulnerables.
La discusión en la OMS es un paso crucial en este viaje. Es un reconocimiento de que el futuro de la salud global está inextricablemente ligado a cómo gestionamos y gobernamos nuestros datos. Al poner la equidad, la inclusión y los derechos humanos en el centro de nuestras estrategias de IA, podemos asegurar que esta revolución tecnológica sea verdaderamente una revolución para la salud global.