El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, firmó, el miércoles último, una orden ejecutiva destinada a endurecer las defensas de ciberseguridad del gobierno federal, mientras su administración aborda una serie de hackeos cibernéticos superpuestos, incluyendo un ataque de ransomware a una importante arteria de combustible que ha causado escasez de gas en, al menos, siete estados del sureste.
La orden ejecutiva -que lleva meses elaborándose- no aborda las infraestructuras críticas, incluidos los oleoductos y gasoductos, pero ordena al Departamento de Comercio que elabore nuevas normas para los proveedores de software que suministran al gobierno federal. El sistema de calificación de la ciberseguridad, comparado con las calificaciones de salud de los restaurantes de la ciudad de Nueva York, obligaría a la verificación de usuarios con múltiples factores a la nueva tecnología y a la encriptación añadida.
En cuatro meses, la Casa Blanca de Biden se ha enfrentado a una amplia operación rusa de ciberespionaje que ha comprometido a nueve agencias federales y a unas 100 empresas privadas, además de un hackeo generalizado de Microsoft Exchange vinculado a China que ha afectado a decenas de miles de empresas en todo el país. Este fin de semana, Colonial Pipeline reveló que un ataque de ransomware obligó a la empresa a cerrar los 8.000 kilómetros de su oleoducto, responsable de suministrar el 45% del combustible de la Costa Este.
La nueva orden ejecutiva de la Casa Blanca impulsa al gobierno federal a migrar a sistemas de nube más seguros y establece una “Junta de Revisión de Seguridad Cibernética” con miembros tanto del sector público como del privado.
Con información de: DW