
Un extenso asesoramiento publicado conjuntamente por los Departamentos de Estado, Tesoro y Seguridad Nacional de los Estados Unidos, y la Oficina Federal de Investigación, destacó la amenaza que representa el país de Asia Oriental y dio consejos sobre cómo mantenerse seguro en el ámbito cibernético.
En particular, la alerta emitida el 15 de abril, advirtió a los estadounidenses que estuvieran atentos a los secuestros encriptados, las campañas de extorsión, los robos financieros habilitados para el ciberespacio y las estafas de blanqueo de dinero.
La alerta, publicada hoy en el sitio web de la Agencia de Seguridad de la Infraestructura y Ciberseguridad, dice: “El aviso destaca la amenaza cibernética que representa Corea del Norte -conocida formalmente como la República Popular Democrática de Corea (RDPC)- y proporciona medidas recomendadas para mitigar la amenaza”.
Según el aviso, la lentitud digital de la RPDC podría resultar peligrosa no sólo para los Estados Unidos, sino para todo el mundo. “Las actividades cibernéticas malintencionadas de la República Popular Democrática de Corea amenazan a los Estados Unidos y a la comunidad internacional en general y, en particular, suponen una importante amenaza para la integridad y la estabilidad del sistema financiero internacional”.
Se sugiere que la República Popular Democrática de Corea está utilizando los beneficios del delito cibernético para fortalecer su capacidad militar.
“Bajo la presión de las fuertes sanciones de EE.UU. y de la ONU, la RPDC ha dependido cada vez más de actividades ilícitas, incluyendo el ciberdelito, para generar ingresos para sus programas de armas de destrucción masiva y misiles balísticos”, afirma el aviso.
La ganancia financiera no es el único motivo para llevar a cabo ciberataques, según la alerta.
“La República Popular Democrática de Corea tiene la capacidad de llevar a cabo actividades cibernéticas disruptivas o destructivas que afectan a la infraestructura crítica de EE.UU.”, advirtieron los autores de la alerta. “La RPDC también utiliza la capacidad cibernética para robar a las instituciones financieras, y ha demostrado un patrón de actividad cibernética disruptiva y dañina que es totalmente inconsistente con el creciente consenso internacional sobre lo que constituye un comportamiento responsable del Estado en el ciberespacio.
Con información de: Europa Press.