La pandemia de coronavirus está creando un mercado lucrativo para los fabricantes de reconocimiento facial. Pero los problemas de privacidad deben considerarse como cuestión prioritaria.
A los expertos en privacidad, les preocupa que, en la prisa por implementar las capacidades de rastreo de COVID-19, se oculten bajo la alfombra problemas importantes y profundamente arraigados en torno a la recopilación y almacenamiento de datos, el consentimiento del usuario y la vigilancia.
La razón por la que la demanda de soluciones de reconocimiento facial sin contacto está alcanzando su máximo nivel es doble. Primero, en un intento de frenar la propagación del coronavirus, las autoridades están reduciendo los programas biométricos de contacto que requieren huellas dactilares o escaneos del iris. Recientemente, por ejemplo, el Departamento de Policía de Nueva York impidió que los empleados utilizaran un procedimiento de seguridad de entrada de identificación de huellas dactilares. Esto está creando un nivel de demanda para que las empresas de reconocimiento facial intervengan y comercialicen sus servicios como una alternativa de identificación – sin contacto.
En segundo lugar, las empresas de reconocimiento facial están personalizando sus soluciones para estar mejor equipadas para rastrear a los ciudadanos que puedan dar positivo en las pruebas de coronavirus.
Según se informa, China ha instalado en los autobuses termómetros de reconocimiento facial de prueba para detectar síntomas de coronavirus, que escanean el rostro de los pasajeros a la entrada del autobús y alertan al conductor si se detecta alguna anomalía (según The Hill, los datos de temperatura de los pasajeros se almacenan en tiempo real para hacer un seguimiento de los vehículos, los conductores y los pasajeros si es necesario).
El Moscow Times, por su parte, reveló que Rusia está utilizando cámaras de reconocimiento facial para hacer cumplir las órdenes de cuarentena. En un caso, la red de reconocimiento facial de Moscú ayudó, según se informa, a localizar a una mujer que había viajado recientemente desde China – y que no siguió la orden de la ciudad de autocuarentena durante dos semanas después del viaje.
A los defensores de la privacidad les preocupa que el pánico en torno al coronavirus en este momento -y el potencial del reconocimiento facial para ayudar a su contención- pueda hacer que la gente haga la vista gorda ante sus riesgos para la privacidad.
Otra inquietud, cuando se trata del reconocimiento facial, es el consentimiento. Todavía quedan preguntas sin responder sobre cómo los usuarios pueden optar a sabiendas por no incluir sus datos de reconocimiento facial antes de que se recojan y almacenen.
De cara al futuro, los expertos instan a los gobiernos y a los reguladores a que consideren la posibilidad de limar las arrugas de la privacidad, antes de adoptar la tecnología de reconocimiento facial.
Con información de: Threat Post.