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¿Privacidad o seguridad?

Por Christian Miller*.

Eric Smith, de Google, ya nos advirtió en 2009: “’If you have something that you don’t want anyone to know, maybe you shouldn’t be doing it in the first place. But if you really need that kind of privacy, the reality is that search engines -including Google- do retain this information for some time” **. Se estaba refiriendo a la aplicación de la “Patriot Act” y la posibilidad de dar acceso a las autoridades a esa información. Siempre en defensa de la seguridad (¡claro está!).

Probablemente el quiebre para esta generación -sin perjuicio de lo que seguramente ya sucedía “extra ley” en muchos países-, haya sido el 11 de septiembre de 2001. Los atentados sufridos en Estados Unidos le dieron a la administración del entonces presidente George W. Bush la excusa perfecta para declararle la “guerra al terror”. Abiertamente, el gobierno se arrogó el derecho de inmiscuirse en las comunicaciones de las personas bajo la premisa de que no es posible mantener al 100% privacidad y seguridad, sino que debemos elegir entre democracia y terrorismo.

Hoy se nos filma en el banco, en el aeropuerto, en el trabajo, en la calle, en un ascensor, y el propio avance de la tecnología hace que el grado de detalle de los videos recolectados vaya en aumento, por lo que -sumado a que la mayoría de nuestros datos biométricos ya están registrados- nos volvemos día a día un poco más “encontrables”. Agreguemos además que, a través Internet, también están disponibles nuestras fotos, contactos, localizaciones y hasta documentos, por lo que el panorama recrudece.

Y seguimos andando, porque nos hace sentir más seguros ver que hay una cámara de vigilancia en la esquina de nuestra casa. Aún cuando la mayor parte de esos datos pueda caer luego en manos privadas, elegimos “seguridad”. Aún cuando, siendo oriundos de estas latitudes, estamos tan lejos de las casas matrices de Amazon, Google o Facebook, quienes además responden no sólo a sus intereses privados sino también a los de sus gobiernos.

Porque no estamos negando la posibilidad que efectivamente sistemas como Prism hayan tenido resultados favorables, incluso fuera de los Estados Unidos, pero criticamos que el medio para esos resultados fuera la vulneración sistemática de los derechos fundamentales de muchas personas. ¿O no importa cuántos inocentes fueron espiados hasta llegar a los verdaderos culpables? Atentados, como los sufridos hace algunos meses en París , Londres y Berlín, parecieran volver a “dar sentido” a la vigilancia masiva de antaño en busca de esa anhelada seguridad, y más aún a las represalias. No lo creemos así.

Y muchos dirán: “No tengo nada que ocultar”, pero la privacidad es fundamental en sí misma, nos hace individuos. Porque el riesgo no radica en los datos propiamente dichos, sino en la potencial difusión y explotación de ellos. Falsos, o simplemente categorizadores, podrían afectar a la autonomía individual, al libre desarrollo de la personalidad, a los sentimientos, a las costumbres, a las creencias. Se podría afectar directamente al ser, en lo más humano: ser.

Los grandes gobiernos del mundo por sí, o a través de empresas como Google, nos protegen “de todo” menos de ellos mismos, y conservan en su poder la facultad de limitar y/o afectar nuestros derechos: la intimidad, la imagen, el honor, toda la información que se registra de nosotros… en suma, lo que tienen en su poder es nuestra identidad porque así, supuestamente, se aseguran que no seamos “terroristas”. La paradoja de pretender la paz, mediante la guerra; y la libertad, mediante la cesión de derechos y el acceso ilimitado a nuestra intimidad.


** En español, “Si tenés algo que no querés que se sepa, en primer lugar tal vez no deberías estar haciéndolo. Pero si realmente necesitas ese tipo de privacidad, la realidad es que los motores de búsqueda –incluyendo a Google- conservan toda la información durante algún tiempo”. Extraído de la entrevista que puede verse en el sitio: http://www.huffingtonpost.com/2009/12/07/google-ceo-on-privacy-if_n_383105.html.

* Abogado. Investigador adscripto del CONICET en cuestiones de derecho informático. Especialista en Derecho de la Alta Tecnología con estudios en Cibercrimen y evidencia digital y en Protección de datos personales, privacidad y compliance.
Las opiniones expresadas en este artículo son exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan necesariamente las opiniones de Ciberseguridad LATAM.