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Por qué las “fake news” nunca dejarán de existir

Por Damián Ienco*

Las noticias falsas o fake news -ahora de última moda- son una creación tan antigua como la mentira misma. Solo que ahora, en la era de las redes sociales, los mensajes en línea, los chats y los servicios web en general amplifican todo de manera tan rápida y masiva que prácticamente nadie, ya sean medios de información, personas individuales o grupos de ellas, se detiene ni se preocupa en revisar si es verdad o no lo que se publica o transmite.

El solo hecho de publicar una noticia falsa puede hacer un daño tan grande y grave como irreparable e irreversible y nadie va a admitir el error de no haber chequeado la información, como así tampoco nadie se retractará públicamente por el error cometido, intencionalmente o no.

Pero hay otra arista de esta cuestión, prácticamente desconocida por la sociedad en general. Por medio de las noticias falsas, las redes sociales consiguen nueva información de “sus” usuarios (víctimas) sobre gustos, perfiles, cliqueos, comentarios y estadísticas. Bien sabemos que las redes sociales son redes multigananciales, por lo que si a través de una información que se publica falsamente obtienen una mayor fuente de ingreso de publicidad, datos de los usuarios y dinero -estamos hablando de mucho dinero, en dólares y en millones- nunca van a chequear el origen o qué se pública en su espacio, con lo que la gracia de la mentira pasa a convertirse en una industria.

Es tanto el negocio de este tipo de noticias que desde hace algunos años funcionan más periódicos digitales que en formato papel con información totalmente falsa, que es tomada por los lectores y compartida en sus muros, sus perfiles o como mensaje directo a sus amigos electrónicos. Como mencionamos, el negocio está en la recaudación por publicidad, por los datos obtenidos de los usuarios y sus equipos que son intercambiados y vendidos a empresas de marketing, de bases de datos y de estadísticas y fundamentalmente utilizadas en campañas políticas, entre otras finalidades.

En el marco del escándalo desencadenado por Facebook y la empresa de recolección de datos Cambridge Analytica, en una cámara oculta que periodistas de Channel 4 News le realizaron a Alexander Nix, CEO de Cambridge, este realizó una contundente confesión sobre la información y datos que publican en campañas presidenciales, encuestas, sobornos, chantajes y campañas de desinformación: “no tiene que ser verdad, solo tiene que ser creíble”. Todo dicho.

En tiempos de desfiles militares, de armamentos nucleares, de demostración de poder (no de inteligencia, son antónimos en estos estratos), de lanzamientos de misiles y amenazas de despliegues de fuerzas armadas, ¿a cuántos minutos o kilómetros de distancia estamos de iniciar un conflicto irreversible? A solo unos caracteres. En este campo de batalla, cada tecla o cada caracter es un misil, cada clic de un mouse impacta en una ciudad, un hospital, una fábrica, y cada monitor es una pantalla de videojuego. Doscientos ochenta mentirosos caracteres o menos se necesitan para inventar un conflicto, una revuelta o una terrible guerra, y una vez instalada la mentira en la gente, ninguna disculpa o noticia cierta (true news) enmienda el horror.

Como toda fuerza armada o de choque de un país, una región o determinado sector de la sociedad, los gobiernos de turno y los que pujan por llegar utilizan los beneficios de las noticias falsas para difamar a contrincantes, publicar actos o acciones benéficas, e inventar sucesos del pasado que nunca existieron. Con el alcance y velocidad con que se instalan, sumado a la tonta credibilidad con la que la gente cree y difunde mentiras, trivialidades y humo, ¿a quién se le ocurriría penar y castigar con el peso de las legislaciones a creadores y difundidores de contenido amañado, incorrecto, inexacto, fraudulento o de todas estas definiciones juntas? ¿Qué organización controla que las redes sociales, ya sean de comentarios, fotos o videos, se hagan cargo y respondan ante la ley por permitir, acumular y difundir datos y contenido ficticio? Obviamente que la facilidad de uso de esta poderosa herramienta de daño, una Internet cada vez más “sucia”, la falta de controles globales y la ausencia de sanciones fuertes hacia sus responsables hacen que esta gran bola de desinformación sea imparable, y para los poderosos del mal esto es una gran noticia.

Las noticias falsas o fake news son una creación tan antigua que el mismo Primer Ministro de Prusia, Otto von Bismarck, hacia mediados del siglo XIX e. c. pronunció: “Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante una guerra y después de una cacería”, y para ello se necesita de las fake news, que nadie procurará que dejen de existir.

* Ingeniero en Sistemas Informáticos y Diplomado en Dirección de Proyectos. Especialista en Seguridad de la Información. Autor del libro Maten al Hacker (kill -9 hack), editorial Vuelta a la Página.

Las opiniones expresadas en este artículo son exclusiva responsabilidad de su autor y no reflejan necesariamente las opiniones de Ciberseguridad LATAM.