Home Opinión Las cosas, nosotros e Internet

Las cosas, nosotros e Internet

Por CSL.

La digitalización del “mundo físico” está modificando el contrato social no escrito: hoy en día son moneda corriente acciones que hasta no hace mucho tiempo eran inimaginables, como contestar una llamada telefónica, responder un antiguo e-mail o retrasmitir un gracioso mensaje por WhatsApp. En forma cotidiana, todavía suponemos que nos mantenemos comunicados, informados, educados, y divertidos entre personas “lo suficientemente humanas” (conocidas o no), para cumplir con los protocolos básicos autoimpuestos de contestar o realizar llamadas, completar ideas, transferir información solicitada o simplemente mantener el sentido de pertenencia a determinado grupo o “manada digital” que en forma cotidiana vaga por la red de redes.

A pesar del descomunal apego que hemos desarrollado algunos de nosotros a los medios tecnológicos utilizados a diario, con los cuales compartimos cada vez más nuestro tiempo consciente, debemos percatarnos que los objetos que nos “sirven” y “facilitan la vida”, una vez utilizados, continúan con su supuesta existencia inanimada de objetos que son (hasta el momento por lo menos), manteniendo una gran actividad y conectividad con otros objetos, personas y grupos de personas, nos guste o no.

Es necesario ir haciéndose a la idea que nuestro adorado Smartphone mantiene relaciones independientes: con nuestra PC, nuestro automóvil, el cajero del banco, el servidor de nuestra línea aérea favorita. También con algún ciudadano en Hong Kong con quien mantuvimos una pequeña relación comercial hace unos cuantos meses atrás, quien gracias a las exigencias de los  contratos sociales entre los habitantes del ciberespacio, puede acceder a un completo menú de datos sobre nosotros, requisito “sine qua non” para el envío de un objeto por el cual pagamos a veces sumas irrisorias, y a veces sumas importantes, asentando dicha relación en una plataforma construida en base a la fe y la confianza con alguien perfectamente desconocido. Extraño, pero aceptado universalmente.

El poder de la computación se está duplicando cada 18 meses, dándole la razón  la Predicción de Gordon Moore en 1965, que marcaba que la potencia de los ordenadores se duplicaría cada un año y medio. Esto continuará sucediendo, y a este ritmo, en los próximos diez o veinte años. De hecho, la información brindada por este humilde artículo hasta este punto, ha envejecido en los últimos 15 segundos y posiblemente perdió su buscado impacto inicial. Debemos estar preparados y comprender cabalmente el potencial que tenemos a disposición cuando operamos cada uno de nuestros dispositivos.

El axioma “grandes poderes conllevan grandes responsabilidades”, que podría haberle dicho JOR-EL al pequeño KA-EL (papá de Superman y Superman respectivamente) antes de su viaje a nuestro planeta, podría trasladarse tranquilamente hasta nuestra cotidianeidad. Cada día, hora, segundo, más gente tiene acceso y control de una de las más poderosas fuerzas para la globalización, democratización, crecimiento económico y educación de la historia humana: la tecnología.

La revolución informática ha penetrado nuestras vidas en una forma que no comprendemos realmente, facilitando el acceso a un mundo más rápido, más impredecible, más intrigante, peligroso, inteligente y participativo. Lamentablemente, controlar, conocer, limitar, organizar y catalogar a quienes han accedido y paulatinamente accederán al manejo de tan poderosa herramienta, es una empresa prácticamente imposible. Fuimos sorprendidos por la velocidad de crecimiento y la simultaneidad de posibilidades.

Esta situación generó fenómenos increíbles de concebir, como la llegada de los avances tecnológicos a los lugares más pobres del planeta a una velocidad y en un volumen mayor que el acceso a necesidades básicas, como un baño decente y a los alimentos básicos para sobrevivir. Según Naciones Unidas, 6000 millones de personas tienen actualmente acceso a un teléfono móvil, pero solamente 4500 millones  a un baño básico funcional. Aunque parezca increíble, África casi está duplicando a Estados Unidos en cantidad de teléfonos móviles y en el empleo de dinero electrónico (BitCoins), pero presenta grandes problemas a la hora de proveer agua potable y alimentos a un inmenso porcentaje de su población. Todo dicho.

Todos podemos ocupar el papel de educandos o educadores, dependiendo de nuestro interés y la astucia o inteligencia en el manejo o empleo de la información disponible al alcance de cada vez más manos. Hacer crecer esa parte del conocimiento responsable y personal a la cual podríamos denominar “conciencia tecnológica”, es la pasada y presente preocupación de quienes observamos con compromiso y responsabilidad propia y delegada,  lo indefensos que paulatinamente estamos frente al uso indebido de tan inmenso poder, casi gratuitamente otorgado.